Resultado de imagen para efecto vudú

 

Poner en juego el bien y el mal, la ley que rige el universo, un universo en donde no hay una sola materialidad, sino una cantidad inmensa de existencias posibles, es lo que el lector habrá de hacer al convertirse en el explorador que busca este libro.

Una novela sobre mundos fantásticos, sí, pero ¿qué mundos y qué tan fantásticos, o fantásticos en qué sentido?, habrá de preguntarse quien lea el lema que acompaña a Efecto vudú*, cuya enigmática portada suscita una idea oscura sobre los personajes que ahí habitan. Sin embargo, en este caso lo fantástico no obedece a una sola definición; acaso, la transgresión de los límites de lo natural y lo sobrenatural sea el modus operandi, las reglas que Édgar Omar Avilés plantea para cada uno de los territorios en los que sus personajes deben encontrar la manera de sobrevivir.

¿Quién suele pensar en el origami, por ejemplo? ¿Y a quién se le ocurriría relacionar el significado de esa palabra con la idea de expansión, doblez, línea y arruga que constituye también el destino no sólo de un individuo, sino del cosmos entero?

¿Qué fuerzas, qué universo, qué ley rige a qué mundo? Si nos ponemos a pensar un poco sobre las cantidades de universos y soles y leyes que nos rodean, que nos preceden y se desarrollan de manera paralela a la nuestra, sabremos que sería imposible delimitar nuestro cambio de visión incluso hacia un punto de fuga en el infinito. No hay límites conocidos sobre aquello que vemos y mucho menos sobre lo que no percibimos con nuestra visión humana. Y sobre estos límites, que figuran a líneas y dobleces en un gran pliego de papel que podría ser el universo, es que se desarrolla una historia múltiple, como lo son las posibilidades de doblar y desdoblar ese inmenso papel. El cosmos que plantea Édgar Omar Avilés en esta novela es un entramado de tiempos y materialidades, de leyes que hablan de la naturaleza pero también del instinto mágico innato del ser humano y de cualquier otra entidad viva: la capacidad de invocar a lo desconocido y de darle poder con el canto y la palabra. Porque qué es una oración, un embrujo, un rezo, un lema, sino un encadenamiento de palabras y sonidos que llevan un ritmo, que imantan a quien lo escucha ejerciendo un poder mesmérico en la voluntad y en el presagio:

Papa Legba, con el universo a mis pies, Damballah, modifiquemos el pasado, Mama Wánga, movamos los astros. Soy tuya y eres mío, Grand MaÎtre Nzambi. Zarabanda, vudú Cósmico para Ychi, Inôssi Mucumbe, que pague la humanidad, Kalunga, por mi error de convertir a Ychi en zombi, Barón Samedi, para que nunca ocurriera la desgracia. N’ganga, vudú Cósmico. Loas, cambiemos el presente y el futuro moviendo los astros. Exijo vudú Cósmico, vudú Cósmico, vudú Cósmico para Ychi.

La manera en que se dibuja esta novela va de la mano con su estructura: Édgar Omar Avilés hace una cartografía de multiuniversos para plantear las posibilidades de existencia de Ychi en dimensiones paralelas de nuestro propio planeta, aunque en temporalidades distintas: Haití [donde sucede la historia de los padres de Ychi, y de alguna forma se determina su destino]; Rusia [donde coexisten personajes hechos de origami]; Japón [una especie de limbo en el que Ychi dialoga con un fantasma llamado LiPo, a la espera de la muerte o la resurrección]; España [en la época de 1820, donde Ychi es un mago y científico] y un espacio virtual, innombrado, en el que siempre es Invierno, y los personajes que lo habitan son partícipes de un juego en el que, al parecer, sólo uno de ellos sobrevivirá. En todas ellas hay una misión en común cuyos participantes funcionan a manera de piezas en un tablero cósmico: sin saberlo, sus actos servirán para restaurar el orden de los astros a los que la madre de Ychi acudió en un acto de furia contra la infidelidad de su esposo, convirtiendo a su hijo en un zombi.

En estos cinco mundos confluyen la magia, la enfermedad, la realidad virtual, la metafísica, la filosofía, las atmósferas etéreas, y llama la atención, particularmente, el Mundo de Papel, pues cada que entramos a esa esfera vital, por llamarlo de alguna manera, impera la exploración de los sentidos: los colores, las texturas, la fragilidad o la persistencia de la gran diversidad matérica con que Édgar Omar Avilés la construye, le da una riqueza orgánica que además se relaciona con la identidad de cada personaje.

Dentro de esta estructura, en donde cada capítulo está ligado a otro por saltos para contar un momento distinto en la historia de Ychi, hay un elemento narrativo que me parece relevante: Édgar se preocupa por determinar con un lenguaje específico cada modalidad de tiempo y espacio, tomando en cuenta no sólo los juegos con el uso de distintas personas gramaticales, sino incluyendo recursos dramáticos, como los momentos en los que se dirige al público como si uno fuera espectador real y siguiera, en vivo, los actos misteriosos de Ychi en su faceta de mago y resucitador de muertos:

Miren ustedes a ese anciano. Se llama Ychi y viste un saco arrugado y un sombrero de copa roto. Vean cómo sonríe mientras recibe un real de cada obrero que busca olvidar su infortunio por un par de horas.

A la vez, como si esto no fuera suficiente para hacernos vislumbrar la poliexistencia del personaje, hay un elemento que da un tono distinto al libro como conjunto. Si bien su esqueleto obedece al de una novela, hay, como división de cada capítulo, una propuesta de minificción en la que se plantea, a manera de viñeta, otra forma de asomar, justamente, a Las otras vidas de Ychi: pincelazos sutiles, a veces poéticos y juguetones; a veces concretos y descarnados, llenos de elementos que quizá parezcan nimios pero determinantes para que el destino de un cangrejo, del humo de un cigarrillo, o incluso la transfiguración de entidades de naturaleza diversa, se lleve a cabo o no.

Sin temor a estropear la sorpresa o el asombro del lector, me atreveré a sugerir que esta historia, enhebrada en un enigma que se resuelve al unir los puntos de cada uno de los pasillos de sus apartados, formula una delicada pregunta al final del laberinto: ¿cuál es la verdadera vida de Ychi?

 

 

 

*Efecto vudú, Édgar Omar Avilés, Ediciones B, 2017.